El voto indeclinable, vale la pena decirlo
Por: Adriana Meza
Se me viene a la memoria la frase muy común de que ni el diablo quiere trato con las mujeres. Pues más bien yo diría que las mujeres no queremos trato con el diablo ni con los políticos que mienten.
Si bien es cierto se ha evolucionado mucho en el papel protagónico de la mujer en la sociedad ecuatoriana y de su participación en el ámbito político, gracias a la lucha paulatina que por historia ha tenido la participación idealista y convicción de grandes personajes como Don Eloy Alfaro, que han logrado de una u otra manera generar espacios hoy a la mujer.
En el contexto legal y de sensibilización se habla de equidad de género, en el ámbito político se vincula mucho más la participación de la mujer. Este enfoque democratizador sintetizados en la Constitución de la República del Ecuador, refuerza en los el contexto de inclusión y no a la discriminación, igualdad de género, derechos reproductivos en el espacio laboral y economía del cuidado.
Sin embargo hablando de participación política, sobretodo en el territorio insular, no se ha visibilizado de mejor manera la participación de la mujer. Pues aún se mantiene como un segundo recurso la presencia femenina, muestra clara de ello es que aún se toma a la mujer como relleno en las candidaturas.
Al margen de cualquier interpretación que se lee pretenda dar a este aspecto, lo que si hay que resaltar a la hora de elegir es que EL VOTO DE LA MUJER ES INDECLINABLE. Tan diáfano como la expresión, cuando una mujer decide por su candidato, no hay idea alguna que le haga cambiar de decisión y al final sabe discernir si un candidato vale o no la pena.
Claro está que todo esto dependerá del grado de confiabilidad y cumplimiento de compromisos de parte del candidato. Una mujer no tolera la mentira y si alguna vez lo ha hecho aparentemente, sabe con inteligencia aceparlo y condenar por siempre en silencio toda actitud desaprobatoria.
Pues mientras, que la especie humana llamado hombre utiliza el poder y la política para medir fuerza, la mujer sabe con sutiliza e inteligencia que el poder sobre todo debe ser un mecanismo de servicio, solidaridad, armonía y justicia Por algo se es mujer, madre, hija, esposa.
Se me viene a la memoria la frase muy común de que ni el diablo quiere trato con las mujeres. Pues más bien yo diría que las mujeres no queremos trato con el diablo ni con los políticos que mienten.
Si bien es cierto se ha evolucionado mucho en el papel protagónico de la mujer en la sociedad ecuatoriana y de su participación en el ámbito político, gracias a la lucha paulatina que por historia ha tenido la participación idealista y convicción de grandes personajes como Don Eloy Alfaro, que han logrado de una u otra manera generar espacios hoy a la mujer.
En el contexto legal y de sensibilización se habla de equidad de género, en el ámbito político se vincula mucho más la participación de la mujer. Este enfoque democratizador sintetizados en la Constitución de la República del Ecuador, refuerza en los el contexto de inclusión y no a la discriminación, igualdad de género, derechos reproductivos en el espacio laboral y economía del cuidado.
Sin embargo hablando de participación política, sobretodo en el territorio insular, no se ha visibilizado de mejor manera la participación de la mujer. Pues aún se mantiene como un segundo recurso la presencia femenina, muestra clara de ello es que aún se toma a la mujer como relleno en las candidaturas.
Al margen de cualquier interpretación que se lee pretenda dar a este aspecto, lo que si hay que resaltar a la hora de elegir es que EL VOTO DE LA MUJER ES INDECLINABLE. Tan diáfano como la expresión, cuando una mujer decide por su candidato, no hay idea alguna que le haga cambiar de decisión y al final sabe discernir si un candidato vale o no la pena.
Claro está que todo esto dependerá del grado de confiabilidad y cumplimiento de compromisos de parte del candidato. Una mujer no tolera la mentira y si alguna vez lo ha hecho aparentemente, sabe con inteligencia aceparlo y condenar por siempre en silencio toda actitud desaprobatoria.
Pues mientras, que la especie humana llamado hombre utiliza el poder y la política para medir fuerza, la mujer sabe con sutiliza e inteligencia que el poder sobre todo debe ser un mecanismo de servicio, solidaridad, armonía y justicia Por algo se es mujer, madre, hija, esposa.
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