Rastros de los mineros en el Chiflón del Diablo
@AdrianaMezaV
Un cálido y efusivo saludo fue la primera impresión al darnos la bienvenida. Su tono expresivo y su semblante nos llevaba a recordar cada detalle que nos hacia entender mucho más allá de la odisea, esfuerzo y realidad de la vida de los mineros. Daniel Núñez Iglesias, no en vano se desempeñó por 19 años como trabajador de la mina de carbón Chiflón del diablo, hijo de padre y abuelo minero, como muchos de los ciudadanos del pueblo de Lota en Chile, donde el único motor de la economía era la minería y la pesca.
La Mina empezó a operar como tal en 1852 Chiflón, por el sonido característico que hacia el viento al ingresar en las entrañas de la tierra y como era conocida como una de las minas más peligrosas, se la llamo Chiflón del diablo, es la charla de apertura que hace el ex minero, Daniel Núñez, quien hoy cumple de manera exitosa su rol como guía de la mina que ahora se constituye en uno de los atractivos turísticos de Lota.
Junto a un grupo de estudiantes de ingeniería civil (módulo de geología) de la Universidad de Santiago, fuimos preparados con cascos y lámparas para el descenso desde el sitio de hueste hacia las entrañas de la tierra. De tres en tres una canastilla nos conducía de manera vertical 25 metros bajo la superficie de la tierra. Allí hicimos nuestro punto de concentración en medio del silencio y la incertidumbre para iniciar el recorrido horizontal de 580 metros a aproximadamente 60 metros bajo el nivel del mar.
En la primera parada con su natural simpatía, Daniel explicaba los detalles de los accesorios utilizados por los mineros como las lámparas que eran exclusivamente de uso personal y cada una estaba numerada, como la suya la 2494, que utilizó durante los 19 años que se desempeñó como minero. Estas lámparas de origen alemán y que llegaron en 1958, reemplazaron a las de aceite que utilizaban antes. Cada lámpara pesaba un poco más de 2 kilos y duraban entre 12 a 14 horas encendidas.
El color de los cascos diferenciaban los rangos dentro de la mina: el blanco era utilizado por el jefe, el plomo por el mayordomo, los cascos azules eran para los mecánicos y eléctricos, los verdes eran para los camilleros que hacían de enfermeros y los amarillos para los peones o mineros.
Mientras avanzábamos en el recorrido se podía apreciar el trabajo realizado por los apires para la protección interna de los túneles y galerías de la mina, se revestía el techo con madera de eucalipto ensamblada a presión. Durante el trayecto se podía observar y tomar de entre las paredes el carbón, sustento para muchos mineros por más de un siglo, y que para nosotros en ese momento era motivo de conocimiento y exploración.
De manera fluida y comprensible Daniel explicaba sobre el origen del carbón en el que se podía apreciar la corteza de la tierra y cada una de las capas de madera petrificada, resto de bosques milenarios sepultados por cientos de miles de años y que gracias a la presión y calor del centro de la tierra se transformó en carbón, a ratos la luz de las lámparas lo tornaba brillante y es lo que en su época despertó el interés internacional, especialmente para los franceses que dominaron la economía de esta región, se pensaba encontrar diamantes.
Un trabajo de gran riesgo
"Se desconoce cuanta gente murió en la mina de carbón", fue la expresión que marcó la pausa en Daniel al recordar su vinculación en el trabajo minero, tras la muerte de su padre (Manuel), quien empezó a trabajar desde los 11 años en la mina Chiflón del Diablo durante 45 años, y murió a los 56 producto del trabajo minero al padecer una silicosis, enfermedad común en los mineros que les afecta columna, rodilla y oído.
El trabajo minero era exclusivamente efectuado por hombres, jamás se aceptaba la presencia de mujeres, se creía que la mina se ponía celosa ante alguna presencia femenina y ocurría algún accidente grave. Para los casos de emergencia al interior de la mina, cada 100 metros aun se puede apreciar los magnetos (teléfonos autoexitados) que servían de comunicación interna entre los mineros y el exterior.
Inocentes guardianes de las compuertas
No hubo límite de edad para el trabajo minero. Un detalle en el recorrido conmovió sentimientos de nostalgia, donde era casi perceptible la energía de una pueril presencia, mientras nos narraba Daniel sobre el trabajo que desempeñaban niños desde los 8 años de edad al interior de la mina como guardianes de las compuertas. Su misión era abrir y cerrar las compuertas que servían para desviar el aire dentro de la mina. Cada compuerta estaba numerada y era además el canal de circulación de los carritos que cargaban el carbón. "Era un trabajo tan simple, pero bastante útil en la mina. Aquí pasaron muchas generaciones completas que no sabían leer ni escribir", recordaba Daniel entre suspiros.
Fue fácil bajar como empleados, mas lo complicado fue salir como obreros, y entender el arduo trabajo de aquellos mineros que realizaban su jornada por 12 horas consecutivas, con postura casi recogida para picar el carbón, que era por lo que les pagaban conforme lo que recolectaban, el carbón servía de combustible requeridos por los barcos a vapor, la industria de la fundición, generación de electricidad, la gasificación del carbón era empleada además en la calefacción, iluminación y naturalmente para cocinar.
Para las 12 horas de trabajo, la colación del minero era su "maichencito" que contenía huevos revueltos y queso, acompañado de alguna agua aromática (manzanilla, boldo, etc). El pago por sus trabajos antes se lo realizaba con fichas, por eso en aquella época existían las pulperías, que eran tiendas para los obreros mineros. Una de éstas se puede apreciar a un costado de la mina Chiflón del Diablo donde además se ubica el pabellón de viviendas para mineros, como parte de la memoria histórica.
Daniel recuerda con profunda tristeza que vio morir a mucho compañeros al interior de la mina, "nadie sabía cuando le tocaba la siguiente hora" expresaba al agregar que se despedían de sus familias, pero era incierto si regresaban o no a casa. El 30 de septiembre de 1994 hubo una explosión de gas en la mina de carbón en la que murieron 21 mineros. La cruz de mayo es un ritual religioso en memoria de los mineros fallecidos.
Mas 16 mil mineros trabajaron en las 4 minas de Lota, que luego fueron cerradas (1997), dejando a miles de familias en el desempleo. Era comprensible entender la realidad social a la que se refería Daniel en un pueblo cuyas fuentes de economía eran la minería, seguida de la pesca. Una depresión económica y social que fue motivo de inmigración de miles de familias en busca de mejores oportunidades y más aún de aquellos jefes de familia como Daniel que decidieron no involucrar a sus hijos en el trabajo minero y prefirieron educarlos para conducirlos hacia un mejor destino. Y es que casi todos en Lota estaban relacionados directa o indirectamente con el trabajo minero. En el caso de Daniel que era proveniente de una familia humilde de un total de 9 hermanos, las 5 mujeres se casaron con mineros y los 4 hermanos unieron sus vidas con hijas de mineros.
Una ventana al turismo
Según Daniel, Lota tenía una población de aproximadamente 70 mil habitantes y ahora no queda ni la mitad, pues muchas familias optaron por buscar otros sitios que les proporcione un mejor futuro. En tanto en el antiguo pueblo minero de Lota, el turismo hace hoy una ventana hacia una nueva economía que promociona atractivos turísticos como la mina Chiflón del Diablo, como ícono de una zona de explotación carbonífera, comandada desde 1852 por Matías Cousiño.
El parque construido por Isidora Goyenechea de Cousiño y la gran hacienda con viejas casonas del siglo XIX, rodeadas de faroles y estatuas, hoy forman parte de la memoria histórica de la época, al igual que la antigua casa de portería convertida en el Museo Histórico de Lota, donde se muestran vitrinas con artefactos de aquella época. Todos estos sitios sirvieron de escenarios para la filmación de la película chilena Sub-Terra, inspirada en los relatos de Baldomero Lillo en el 2003 y que estuvo dirigida por Marcelo Ferrari, protagonizada por Francisco Reyes y Paulina Gálvez.
Para llegar a Lota, desde la Ciudad de Concepción, el recorrido es de aproximadamente 70 kilómetros por la carretera que bordea el Golfo de Arauco. El tour por la mina del Chiflón del Diablo es de aproximadamente 1 hora 20 minutos. El precio para visitar el sitio y el museo, así como la gran hacienda es de 7000 pesos chilenos.
Al ver nuevamente luz, nos despertamos de aquel recorrido histórico que marcó al pueblo de Lota. Hacia el centro una nueva historia se escribía en el vaivén de la gente que recorre la feria del pueblo donde se vende ropa para el frio, botas, chaquetas de cuero, etc.
En uno de los almacenes del lugar saludamos con Manuel, un compatriota ecuatoriano, proveniente de Otavalo quien lleva casi 15 años junto a su esposa y sus 3 hijos viviendo en Chile, y que promociona los tejidos nuestros en este país del que se siente agradecido por haberles brindado una mejor educación a sus hijos.
Chile país minero
La economía de Chile es la séptima más grande de América Latina. En su rango de exportación data del 47% de productos industriales, 43% de producción minera y el 10% de productos agrícolas. Su principal sector económico es la minería, basada principalmente en el cobre, del cual es el mayor productor mundial.
Uno de los últimos acontecimientos de gran connotación mundial en la vida de los mineros de Chile, fue el rescate en el 2010 de los 33 mineros atrapados en la Mina San José (Copiapó), tras permanecer 70 días enterrados a casi 700 metros de profundidad. Para el rescate, la Armada chilena diseño y fabricó en los Astilleros y Maestranzas de la Armada ASMAR las cápsulas Fénix con las cuales uno a uno fueron rescatados los 33 mineros. Hoy como una muestra de heroicidad al mundo se puede observar una de éstas cápsulas a la entrada de la Base Naval de Talcahuano en Chile.
Así termina el relato de una aventura mas vivida en esta oportunidad en Chile. Porque cada lugar y cada persona es una historia por contar!. (Por: Adriana Meza Vera insulargalapagos.blogia.com).
Un cálido y efusivo saludo fue la primera impresión al darnos la bienvenida. Su tono expresivo y su semblante nos llevaba a recordar cada detalle que nos hacia entender mucho más allá de la odisea, esfuerzo y realidad de la vida de los mineros. Daniel Núñez Iglesias, no en vano se desempeñó por 19 años como trabajador de la mina de carbón Chiflón del diablo, hijo de padre y abuelo minero, como muchos de los ciudadanos del pueblo de Lota en Chile, donde el único motor de la economía era la minería y la pesca.
La Mina empezó a operar como tal en 1852 Chiflón, por el sonido característico que hacia el viento al ingresar en las entrañas de la tierra y como era conocida como una de las minas más peligrosas, se la llamo Chiflón del diablo, es la charla de apertura que hace el ex minero, Daniel Núñez, quien hoy cumple de manera exitosa su rol como guía de la mina que ahora se constituye en uno de los atractivos turísticos de Lota.
Junto a un grupo de estudiantes de ingeniería civil (módulo de geología) de la Universidad de Santiago, fuimos preparados con cascos y lámparas para el descenso desde el sitio de hueste hacia las entrañas de la tierra. De tres en tres una canastilla nos conducía de manera vertical 25 metros bajo la superficie de la tierra. Allí hicimos nuestro punto de concentración en medio del silencio y la incertidumbre para iniciar el recorrido horizontal de 580 metros a aproximadamente 60 metros bajo el nivel del mar.
En la primera parada con su natural simpatía, Daniel explicaba los detalles de los accesorios utilizados por los mineros como las lámparas que eran exclusivamente de uso personal y cada una estaba numerada, como la suya la 2494, que utilizó durante los 19 años que se desempeñó como minero. Estas lámparas de origen alemán y que llegaron en 1958, reemplazaron a las de aceite que utilizaban antes. Cada lámpara pesaba un poco más de 2 kilos y duraban entre 12 a 14 horas encendidas.
El color de los cascos diferenciaban los rangos dentro de la mina: el blanco era utilizado por el jefe, el plomo por el mayordomo, los cascos azules eran para los mecánicos y eléctricos, los verdes eran para los camilleros que hacían de enfermeros y los amarillos para los peones o mineros.
Mientras avanzábamos en el recorrido se podía apreciar el trabajo realizado por los apires para la protección interna de los túneles y galerías de la mina, se revestía el techo con madera de eucalipto ensamblada a presión. Durante el trayecto se podía observar y tomar de entre las paredes el carbón, sustento para muchos mineros por más de un siglo, y que para nosotros en ese momento era motivo de conocimiento y exploración.
De manera fluida y comprensible Daniel explicaba sobre el origen del carbón en el que se podía apreciar la corteza de la tierra y cada una de las capas de madera petrificada, resto de bosques milenarios sepultados por cientos de miles de años y que gracias a la presión y calor del centro de la tierra se transformó en carbón, a ratos la luz de las lámparas lo tornaba brillante y es lo que en su época despertó el interés internacional, especialmente para los franceses que dominaron la economía de esta región, se pensaba encontrar diamantes.
Un trabajo de gran riesgo
"Se desconoce cuanta gente murió en la mina de carbón", fue la expresión que marcó la pausa en Daniel al recordar su vinculación en el trabajo minero, tras la muerte de su padre (Manuel), quien empezó a trabajar desde los 11 años en la mina Chiflón del Diablo durante 45 años, y murió a los 56 producto del trabajo minero al padecer una silicosis, enfermedad común en los mineros que les afecta columna, rodilla y oído.
El trabajo minero era exclusivamente efectuado por hombres, jamás se aceptaba la presencia de mujeres, se creía que la mina se ponía celosa ante alguna presencia femenina y ocurría algún accidente grave. Para los casos de emergencia al interior de la mina, cada 100 metros aun se puede apreciar los magnetos (teléfonos autoexitados) que servían de comunicación interna entre los mineros y el exterior.
Inocentes guardianes de las compuertas
No hubo límite de edad para el trabajo minero. Un detalle en el recorrido conmovió sentimientos de nostalgia, donde era casi perceptible la energía de una pueril presencia, mientras nos narraba Daniel sobre el trabajo que desempeñaban niños desde los 8 años de edad al interior de la mina como guardianes de las compuertas. Su misión era abrir y cerrar las compuertas que servían para desviar el aire dentro de la mina. Cada compuerta estaba numerada y era además el canal de circulación de los carritos que cargaban el carbón. "Era un trabajo tan simple, pero bastante útil en la mina. Aquí pasaron muchas generaciones completas que no sabían leer ni escribir", recordaba Daniel entre suspiros.
Fue fácil bajar como empleados, mas lo complicado fue salir como obreros, y entender el arduo trabajo de aquellos mineros que realizaban su jornada por 12 horas consecutivas, con postura casi recogida para picar el carbón, que era por lo que les pagaban conforme lo que recolectaban, el carbón servía de combustible requeridos por los barcos a vapor, la industria de la fundición, generación de electricidad, la gasificación del carbón era empleada además en la calefacción, iluminación y naturalmente para cocinar.
Para las 12 horas de trabajo, la colación del minero era su "maichencito" que contenía huevos revueltos y queso, acompañado de alguna agua aromática (manzanilla, boldo, etc). El pago por sus trabajos antes se lo realizaba con fichas, por eso en aquella época existían las pulperías, que eran tiendas para los obreros mineros. Una de éstas se puede apreciar a un costado de la mina Chiflón del Diablo donde además se ubica el pabellón de viviendas para mineros, como parte de la memoria histórica.
Daniel recuerda con profunda tristeza que vio morir a mucho compañeros al interior de la mina, "nadie sabía cuando le tocaba la siguiente hora" expresaba al agregar que se despedían de sus familias, pero era incierto si regresaban o no a casa. El 30 de septiembre de 1994 hubo una explosión de gas en la mina de carbón en la que murieron 21 mineros. La cruz de mayo es un ritual religioso en memoria de los mineros fallecidos.
Mas 16 mil mineros trabajaron en las 4 minas de Lota, que luego fueron cerradas (1997), dejando a miles de familias en el desempleo. Era comprensible entender la realidad social a la que se refería Daniel en un pueblo cuyas fuentes de economía eran la minería, seguida de la pesca. Una depresión económica y social que fue motivo de inmigración de miles de familias en busca de mejores oportunidades y más aún de aquellos jefes de familia como Daniel que decidieron no involucrar a sus hijos en el trabajo minero y prefirieron educarlos para conducirlos hacia un mejor destino. Y es que casi todos en Lota estaban relacionados directa o indirectamente con el trabajo minero. En el caso de Daniel que era proveniente de una familia humilde de un total de 9 hermanos, las 5 mujeres se casaron con mineros y los 4 hermanos unieron sus vidas con hijas de mineros.
Una ventana al turismo
Según Daniel, Lota tenía una población de aproximadamente 70 mil habitantes y ahora no queda ni la mitad, pues muchas familias optaron por buscar otros sitios que les proporcione un mejor futuro. En tanto en el antiguo pueblo minero de Lota, el turismo hace hoy una ventana hacia una nueva economía que promociona atractivos turísticos como la mina Chiflón del Diablo, como ícono de una zona de explotación carbonífera, comandada desde 1852 por Matías Cousiño.
El parque construido por Isidora Goyenechea de Cousiño y la gran hacienda con viejas casonas del siglo XIX, rodeadas de faroles y estatuas, hoy forman parte de la memoria histórica de la época, al igual que la antigua casa de portería convertida en el Museo Histórico de Lota, donde se muestran vitrinas con artefactos de aquella época. Todos estos sitios sirvieron de escenarios para la filmación de la película chilena Sub-Terra, inspirada en los relatos de Baldomero Lillo en el 2003 y que estuvo dirigida por Marcelo Ferrari, protagonizada por Francisco Reyes y Paulina Gálvez.
Para llegar a Lota, desde la Ciudad de Concepción, el recorrido es de aproximadamente 70 kilómetros por la carretera que bordea el Golfo de Arauco. El tour por la mina del Chiflón del Diablo es de aproximadamente 1 hora 20 minutos. El precio para visitar el sitio y el museo, así como la gran hacienda es de 7000 pesos chilenos.
Al ver nuevamente luz, nos despertamos de aquel recorrido histórico que marcó al pueblo de Lota. Hacia el centro una nueva historia se escribía en el vaivén de la gente que recorre la feria del pueblo donde se vende ropa para el frio, botas, chaquetas de cuero, etc.
En uno de los almacenes del lugar saludamos con Manuel, un compatriota ecuatoriano, proveniente de Otavalo quien lleva casi 15 años junto a su esposa y sus 3 hijos viviendo en Chile, y que promociona los tejidos nuestros en este país del que se siente agradecido por haberles brindado una mejor educación a sus hijos.
Chile país minero
La economía de Chile es la séptima más grande de América Latina. En su rango de exportación data del 47% de productos industriales, 43% de producción minera y el 10% de productos agrícolas. Su principal sector económico es la minería, basada principalmente en el cobre, del cual es el mayor productor mundial.
Uno de los últimos acontecimientos de gran connotación mundial en la vida de los mineros de Chile, fue el rescate en el 2010 de los 33 mineros atrapados en la Mina San José (Copiapó), tras permanecer 70 días enterrados a casi 700 metros de profundidad. Para el rescate, la Armada chilena diseño y fabricó en los Astilleros y Maestranzas de la Armada ASMAR las cápsulas Fénix con las cuales uno a uno fueron rescatados los 33 mineros. Hoy como una muestra de heroicidad al mundo se puede observar una de éstas cápsulas a la entrada de la Base Naval de Talcahuano en Chile.
Así termina el relato de una aventura mas vivida en esta oportunidad en Chile. Porque cada lugar y cada persona es una historia por contar!. (Por: Adriana Meza Vera insulargalapagos.blogia.com).
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